«El verdadero problema de todos los tiempos se
encuentra en el corazón y en los pensamientos de los hombres. Esto no es un
problema físico sino un problema moral. Es más fácil cambiar la composición del
plutonio que el espíritu maligno de un individuo. No es la potencia de la
explosión de una bomba atómica que nos asusta, sino el poder de la maldad del
corazón humano, su fuerza explosiva para el mal».
Albert Einstein (1948)
El verbo amar del es la acción sustantivo amor.
Acción que se puede dividir en dos fases complementarias, una pasiva y otra
activa. Tradicionalmente, para una pareja, la primera es señalada como un acto
irracional y animal: caer en amor, enamorarse, como si tratara de una trampa.
Un momento espontáneo donde el alma, Psique
en latín, Psyche, en griego Ψυχή, sufre
una misteriosa enfermedad (pathos) , fatal para algunos, que atrae a un ser
humano hacia otro.
La segunda fase, tiene un carácter más racional
y humano: ella concientiza sobre el hecho de estar enamorado, de querer
cariñosamente y de apegarse al otro. Este momento se constituye de la primera
etapa, más un análisis constante sobre sí mismo y sobre el otro, en términos de
saber quién es el ser amado, quien soy y por qué estoy interesado convivir con esa
otra persona y darle mis bienes, mi tiempo, sin algún interés que hacerle le
Bien.
El amor real en pareja (aceptar al otro por
quien es conmigo y con los demás) incluye el amor romántico (afecto, atracción
emocional compleja, intereses emocionales, financieros y sociales, potencial de
la felicidad, todo lo que me puede dar el otro que ama, el sentirme deseado y desear, recibir, etc.)
y el amor erótico (eros) que significa encontrar en la otra persona mis valores
idealizados de belleza (rasgos físicos) llamado «el flechazo».
Así, la pareja evoca una maravillosa unión
carnal y espiritual. Este amor despierta el instinto de procreación, que implica
desarrollar la sensualidad y sexualidad. Por su racionalidad, el hombre es
capaz de ajustar su pasión y como resultado, coordinar una sexualidad de una
pareja que coloca al ser amado en el centro de la relación.
La pareja humana reúne a dos personas únicas, muy
diferentes en su anatomía, muy diferentes en su psicología. Toda pareja debería
ser el perfecto ejemplo de lo que es una relación ética: bien por bien, dar y
recibir, recibir y dar. Todo esto es posible por la bondad, la hospitalidad, la
amabilidad, la tolerancia y el respeto acordado entre los dos amantes en sus
vidas.
El verdadero amor se desarrolla con el
constante contacto con el ser querido que satisface mis necesidades y viceversa
y porque él o ella suscita mi amor. El amor es una relación ética en la que los
dos amantes adoptan comportamientos dependiendo del otro. Rotativamente, uno
asume el rol de agente motivador y receptor de comportamientos, recibiendo
bienes (atención, admiración, placer, satisfacción de necesidades) y el otro es
el agente donante.
El principio de reciprocidad es esencial para
mantener el bienestar individual. Si este principio de la reciprocidad no
existe, siendo unidireccional o desequilibrado, no nos encontramos frente a la
relación ética que es el amor. Es otro tipo de relación llamada lujuria que nace
de un sentimiento egoísta. Dentro de ella, los amantes no lo son porque uno o los
dos actores es desconsiderado con respecto al otro, es decir, no lo respeta
como persona sino que la ve como un objeto, no teniendo en cuenta sus deseos,
sus límites, sus necesidades. Así, no hay relación, ni implicación y el otro es
un objeto externo, remplazable, pasajero, que da un placer efímero.
Los objetivos finales de una pareja humana son se
sentir feliz, compartir el placer, dar benévolamente placer y ser mutuamente fieles.
Todo ello desaparece en presencia de la lasciva y del egoísmo. La causa del
amor, se dar así mismo al ser amado con el único interés de aumentar su bienestar y de incrementar su felicidad
se cancelan.
El amor real se basa en virtudes individuales (el
rechazo a mentir, dar libertad para vivir y desarrollar su identidad
individual, paciencia para esperar a que el otro esté listo, tolerancia con los defectos de carácter)
la habilidad de la empatía, de la solidaridad, de la comunicación eficaz para limar
las diferencias y en el respecto a la confianza que el otro me ha dado.
Es el amor presente que está aquí y ahora
conmigo y que sigue estando cuando no está en mi presencia, amor sensiblemente
percibido porque por sus acciones, puedo saber que me escucha, me comprende, me
perdona. Está conmigo y satisface mis necesidades, tanto en lo físico, lo
intelectual, lo espiritual y lo psicológico. El amor es una empresa que tiene
sus raíces en la capacidad de amar y tiene potencial para crecer .
En este amor no predominan un pathos: soy amado
por alguien y tengo que realizar actos que demuestran mi amor por esa persona para
poder ser querido tanto como lo deseo: «amar primero ser amado después» dice el
dicho.
Hay un comportamiento de protección, de evitar
el mal, en contra posición a la relación de lujuriosa. Presenta la
responsabilidad de ir ha llamado del ser querido cuando ésta está en
dificultades o una necesita una atención específica, sin dejarlo solo durante
los tiempos difíciles. Un cónyuge no ignora al otro si se producen problemas duros
golpes que a vece la vida nos presenta sin atenderlos. Amar se aprende amando y bien amar se hace haciendo el Bien.
Cuando los valores individualmente faltan, la
supervivencia del amor es imposible, porque el corazón es estéril y no hay
ninguna buena intención que le habite. Superar el egoísmo es posible solamente
si la voluntad busca y quiere el amor.
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