dimanche 10 avril 2016

La ética en la relación amorosa

«El verdadero problema de todos los tiempos se encuentra en el corazón y en los pensamientos de los hombres. Esto no es un problema físico sino un problema moral. Es más fácil cambiar la composición del plutonio que el espíritu maligno de un individuo. No es la potencia de la explosión de una bomba atómica que nos asusta, sino el poder de la maldad del corazón humano, su fuerza explosiva para el mal».

Albert Einstein (1948)

El verbo amar del es la acción sustantivo amor. Acción que se puede dividir en dos fases complementarias, una pasiva y otra activa. Tradicionalmente, para una pareja, la primera es señalada como un acto irracional y animal: caer en amor, enamorarse, como si tratara de una trampa. Un momento espontáneo donde el alma,  Psique en latín, Psyche, en griego Ψυχή,  sufre una misteriosa enfermedad (pathos) , fatal para algunos, que atrae a un ser humano hacia otro.
La segunda fase, tiene un carácter más racional y humano: ella concientiza sobre el hecho de estar enamorado, de querer cariñosamente y de apegarse al otro. Este momento se constituye de la primera etapa, más un análisis constante sobre sí mismo y sobre el otro, en términos de saber quién es el ser amado, quien soy y por qué estoy interesado convivir con esa otra persona y darle mis bienes, mi tiempo, sin algún interés que hacerle le Bien.
El amor real en pareja (aceptar al otro por quien es conmigo y con los demás) incluye el amor romántico (afecto, atracción emocional compleja, intereses emocionales, financieros y sociales, potencial de la felicidad, todo lo que me puede dar el otro que ama,  el sentirme deseado y desear, recibir, etc.) y el amor erótico (eros) que significa encontrar en la otra persona mis valores idealizados de belleza (rasgos físicos) llamado «el flechazo».
Así, la pareja evoca una maravillosa unión carnal y espiritual. Este amor despierta el instinto de procreación, que implica desarrollar la sensualidad y sexualidad. Por su racionalidad, el hombre es capaz de ajustar su pasión y como resultado, coordinar una sexualidad de una pareja que coloca al ser amado en el centro de la relación.
La pareja humana reúne a dos personas únicas, muy diferentes en su anatomía, muy diferentes en su psicología. Toda pareja debería ser el perfecto ejemplo de lo que es una relación ética: bien por bien, dar y recibir, recibir y dar. Todo esto es posible por la bondad, la hospitalidad, la amabilidad, la tolerancia y el respeto acordado entre los dos amantes en sus vidas.





El verdadero amor se desarrolla con el constante contacto con el ser querido que satisface mis necesidades y viceversa y porque él o ella suscita mi amor. El amor es una relación ética en la que los dos amantes adoptan comportamientos dependiendo del otro. Rotativamente, uno asume el rol de agente motivador y receptor de comportamientos, recibiendo bienes (atención, admiración, placer, satisfacción de necesidades) y el otro es el agente donante.
El principio de reciprocidad es esencial para mantener el bienestar individual. Si este principio de la reciprocidad no existe, siendo unidireccional o desequilibrado, no nos encontramos frente a la relación ética que es el amor. Es otro tipo de relación llamada lujuria que nace de un sentimiento egoísta. Dentro de ella, los amantes no lo son porque uno o los dos actores es desconsiderado con respecto al otro, es decir, no lo respeta como persona sino que la ve como un objeto, no teniendo en cuenta sus deseos, sus límites, sus necesidades. Así, no hay relación, ni implicación y el otro es un objeto externo, remplazable, pasajero, que da un placer efímero.
Los objetivos finales de una pareja humana son se sentir feliz, compartir el placer, dar benévolamente placer y ser mutuamente fieles. Todo ello desaparece en presencia de la lasciva y del egoísmo. La causa del amor, se dar así mismo al ser amado con el único interés de  aumentar su bienestar y de incrementar su felicidad se cancelan.
El amor real se basa en virtudes individuales (el rechazo a mentir, dar libertad para vivir y desarrollar su identidad individual, paciencia para esperar a que el otro esté  listo, tolerancia con los defectos de carácter) la habilidad de la empatía, de la solidaridad, de la comunicación eficaz para limar las diferencias y en el respecto a la confianza que el otro me ha dado.
Es el amor presente que está aquí y ahora conmigo y que sigue estando cuando no está en mi presencia, amor sensiblemente percibido porque por sus acciones, puedo saber que me escucha, me comprende, me perdona. Está conmigo y satisface mis necesidades, tanto en lo físico, lo intelectual, lo espiritual y lo psicológico. El amor es una empresa que tiene sus raíces en la capacidad de amar y tiene potencial para crecer .
En este amor no predominan un pathos: soy amado por alguien y tengo que realizar actos que demuestran mi amor por esa persona para poder ser querido tanto como lo deseo: «amar primero ser amado después» dice el dicho.
Hay un comportamiento de protección, de evitar el mal, en contra posición a la relación de lujuriosa. Presenta la responsabilidad de ir ha llamado del ser querido cuando ésta está en dificultades o una necesita una atención específica, sin dejarlo solo durante los tiempos difíciles. Un cónyuge no ignora al otro si se producen problemas duros golpes que a vece la vida nos presenta sin atenderlos. Amar se aprende amando  y bien amar se hace haciendo el Bien.
Cuando los valores individualmente faltan, la supervivencia del amor es imposible, porque el corazón es estéril y no hay ninguna buena intención que le habite. Superar el egoísmo es posible solamente si la voluntad busca y quiere el amor.

Tous les droits réservés sur le texte © CECILIA RE, 2016.

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